jeudi 24 février 2011

Vientos de libertad...

Un acto de desesperanza cometido por un joven humillado, despreciado y maltratado sonó como una bofetada en la cara de todo un pueblo, y fue como un pinchazo en las nalgas de todos aquellos viejos tiranos acomodados en sus sillones aterciopelados…

Un suicidio cometido en plena calle, tomando por testigo a una población que se conformó con una vida dónde el único espacio de libertad era el estadio de fútbol…

Y de repente, unas voces se elevaron contra la humillación, y las balas rompieron el silencio de las calles acallando las peticiones legítimas de los que han sido marginados durante años, o décadas… Pero, esta vez nadie se calló… Y el dolor se transformó en rabia, y la rabia en determinación… La sangre se vertió y selló la caída del sistema… “DÉGAGE” (“APÁRTATE”) gritó la gente, y Ben Ali se apartó, huyó como un perro malherido, con la cola entre las patas…

Así fue la cosa… Y así pude, el 14 de enero, gritar, llorar, y luego respirar, a pleno pulmón, con todavía algo de miedo, a lo desconocido, a los que podrían hacerlo todo para que la Revolución no funcione (no vaya a ser que otros tengan las mismas ganas de cambio que los Tunecinos), pero con muchas esperanzas, y con una certeza: ya nadie nos robará nuestra LIBERTAD… 

Suena raro decir esto viviendo a miles de kilómetros de mi tierra, pero imagino que los que están en la misma situación sabrán de qué estoy hablando… Uno se va, pero se lleva consigo una mochila llena de recuerdos, de vivencias, de maneras de ser… Y a veces, aún estando muy lejos, empiezas a bajar la voz cuando hablas de ciertos temas, te das la vuelta en la calle para ver quién está detrás de ti cuando pronuncias cierto nombre, o incluso evitas inscribirse en tu propia embajada “por si las moscas”, y todo esto sin tener ninguna actividad política… Se viaja en el espacio, pero uno no consigue alejarse de los miedos que lleva dentro, muy dentro de sí… 

Ahora sí que me he quitado este peso de encima… Ahora sí que puedo hablar con mi mamá de todo por teléfono, sin tener que inventarnos “un código” cuando nos referimos a ciertos temas… Y esto es GENIAL…

Un viento de libertad sopló en mi tierra y se llevó consigo los miedos, las frustraciones y algún que otro vecino agarrado también al poder… Y espero que este viento, cuando amaine, termine confundiéndose con las agradables brisas de las noches de verano de La Goulette y de Sidi Bou Said. 

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